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Hacia el primero de mayo

Hacia el primero de mayo

BARRIADAS DE RESISTENCIA, cuestión de conciencia.
MAYO, MES DEL TRABAJO ANDRÉS GARCÍA TOSCANO
(ASOCIACIÓN ENCUENTROS DEL SUR)

 

En nuestras barriadas se agolpa la “clase trabajadora”, la que sufre los recortes, el empleo precario, el desempleo eterno y las agresiones de todo tipo. Es necesario que los trabajadores y las trabajadoras ofendidos por el trato y la forma en la que se organiza el trabajo desde el mundo empresarial, por cómo se legisla desde el gobierno central recortando derechos, y por la manera tan torticera de gestionar los recursos públicos dirigidos al fomento del empleo, tomemos conciencia de clase y nos convirtamos en sociedades de resistencia y de propuesta. La Constitución Española dice sin ambages que tenemos “derecho al trabajo”, no hay más interpretación posible que el derecho y la legítima aspiración de la ciudadanía a trabajar, a ser autónomos en una sociedad compleja. Una sociedad sin trabajo camina hacia la desigualdad como estamos comprobando, una barriada sin conciencia de clase permite la pobreza y la precariedad como estilos de vida.

En la primera mitad del S. XIX los trabajadores empobrecidos empezaron a organizarse de manera colectiva para poder conseguir salarios con los que satisfacer sus necesidades básicas. Esas formas de organización cogieron el testigo de las estructuras gremiales antiguas, y comenzaron generando dos tipos de sociedades, unas llamadas sociedades de resistencia, con el objetivo de resistir al capital, y otras denominadas sociedades de ayuda mutua, con el objetivo de atender a los asociados enfermos o asociados.  Como podemos inferir, se trata del proto-asociacionismo que después nos ha acompañado durante todo el siglo XX. Ambos conceptos, el de “sociedad, o barriada,  de resistencia y apoyo mutuo”, resultan especialmente apropiados para hablar de trabajo en este año 2015, casi 200 años después, en nuestras barriadas.  Desde esa idea de sentirse parte de un grupo homogéneo, resistir y acompañar a los que lo pasan peor será la mejor manera de mirar a este primero de mayo.

Nuestras barriadas deben ser capaces de resistir a las agresiones recibidas continuamente como clase trabajadora, donde todos los colectivos, sindicatos y partidos políticos honestos suman esfuerzos para ser catalizadores de la acción colectiva. Por un lado no hay que huir de la herramienta que durante siglos ha sido patrimonio del movimiento obrero: la huelga,  y además hay que sumar creativamente todas aquellas formas que sirvan para expresar de manera conjunta el hartazgo de las personas trabajadoras ante la situación que se ha cronificado. Ha quedado demostrado que sin una presión contundente no hay gobernantes que miren hacia las barriadas más empobrecidas, y menos en una ciudad como Huelva. Por otro lado es nuestra responsabilidad vigilar y exigir que la intervención pública en materia de empleo se ejecute, permitiendo como mínimo que el dinero presupuestado para promoción de empleo llegue en tiempo y forma a aquellos lugares donde hace falta. No podemos consentir que se hable de recuperación macroeconómica y que nuestras condiciones laborales sigan siendo esclavizadoras; no podemos aguantar que se hable de ganancias en las grandes empresas del Estado y se siga despidiendo a trabajadores sin compasión; no podemos escuchar que los grandes consorcios empresariales siguen escondiendo el dinero en paraísos fiscales. Las barriadas obreras han de recuperar el espíritu de lucha que las caracterizó en el pasado, hay muchos motivos para ello, y además deben hacerlo desde la unidad de acción entre todos los agentes incorporados  a la defensa de los derechos básicos de la ciudadanía. Y con especial predilección esforzarnos en reconocer el trabajo de las cuidadoras, sin el que  nuestra sociedad no podría sostenerse.

Además nuestras barriadas deben ser comunidades de ayuda mutua, donde se construyan canales alternativos capaces de incorporar y ayudar a todas las vecinos y vecinos en dificultades. El Plan Integral de Distrito V es un ejemplo de sociedad de ayuda mutua, es un canalizador  ya probado de las necesidades de la ciudadanía, y es un ejemplo que puede guiarnos en la lucha contra la desigualdad. Desigualdad que crece en nuestra sociedad a un ritmo impresionante, dejándonos en una situación vergonzante en comparación con el resto de países de la OCDE y que infla las bolsas de pobreza incluso entre la población ocupada. Desde esta conciencia compartida empiezan a vislumbrarse nuevos mecanismos de solidaridad que puedan suponer un avance con respecto a la década pasada, como la aplicación práctica de los principios de la economía alternativa.

Nuestras barriadas están llenas de personas trabajadoras empobrecidas, con empleo precario o en situación de desempleo, entre las que cunde muchas veces la desesperanza. Pero al igual que se concentra la mano de obra desaprovechada, también se concentra la población que concienciada y activada tiene la mayor capacidad de cambiar las cosas. Es cuestión de conciencia, de sentirnos dignos de derechos, de aprender, de construir el futuro. En definitiva, cuestión de conciencia.