“SALUD…..DIVINO TESORO”
Como bien recoge nuestro refranero popular, la sensación de bienestar físico y mental de cualquier ser humano, es de los mayores logros que se pueden conseguir en la vida. Todos/as, cuando queremos saludar gratamente a alguien, le deseamos SALUD. Palabra dorada para cualquier persona que le desee el bien a otra.
Sin embargo a lo largo de nuestra vida, no siempre nos encontramos en esa situación de bonanza física o mental, pues entraña enorme dificultad conservarnos saludables siempre. Nadie quiere o le gusta su antagonista, la enfermedad, situación no deseada, pero que se hace inevitable cuando algún proceso nos aparece.
En esos momentos, es cuando la mayoría tenemos contacto con los servicios sanitarios y entablamos relación con los/as profesionales de la salud. Personas cuya ocupación laboral, y muchas veces personal, consiste en salvaguardar la salud y perseverar en los caminos que pueden hacerla más duradera y grata. He dicho bien, personas, que no maquinarias perfectas, infalibles, calculadoras e insensibles; estamos hechos de carne y hueso, con nuestros sentimientos y nuestra humanidad muchas veces a flor de piel.
En ese binomio salud-enfermedad nos encontramos a diario inmersos/as desde nuestro trabajo, zona a veces difícil de decidir hasta donde podemos llegar o conseguir, pues a veces el límite entre ambas, es complicado de dilucidar y aclarar. Necesitamos de vuestra ayuda, de vuestras decisiones y de vuestra opinión.
Hemos de intentar que la salud camine de la mano de otra virtud humana, que nos hace disfrutar de nuestra calidad vital, como es la felicidad. Como habitantes de este planeta Tierra y en este siglo XXI, debemos luchar por aunar ambas características, salud y felicidad, teniendo en cuenta que son objetivos difíciles de alcanzar de forma plena, pero deseables por todos/as los/as que nos rodean. Hay autores/as que llegan a definir la Salud como el estado de felicidad en el que se encuentra una persona introduciendo así también, además de los aspectos físico y mental, el social.
Aunque se piense lo contrario, entre todas las circunstancias que hacen determinar un estado de salud, las principales no son las inversiones económicas, ni los avances tecnológicos, ni la superespecializacion de la medicina. Intervienen todos en nuestra salud, las características biológicas de cada persona, así como el medio ambiente en el que vivimos, y la situación social o cultural en que nos encontremos. Todos son factores importantes que contribuyen a que estemos más o menos sanos/as. Pero aquellos que son más importante para reducir la mortalidad, tienen que ver con nuestros propios estilos de vida y las conductas de salud que desarrollemos a lo largo de ella. En otras palabras, cómo vivimos, cómo comemos y cómo nos cuidamos. Todo esto nos debe hacer pensar que nuestra forma de cuidarnos como seres humanos, la manera de comportarnos con nuestro propio cuerpo, es el mejor seguro para nuestra salud. Por eso somos tan importante para nosotros/as mismos/as.
Sin embargo hoy confiamos nuestra salud, de forma peligrosa, a una medicalización excesiva. De manera que toda demanda de salud, sino va acompañada de una prescripción farmacológica, se piensa que no ha sido efectiva. Nada más lejos de la realidad, debemos desmedicalizar la salud de forma imperiosa.
Es necesario que demos ese paso, y seamos responsables con nuestro futuro, nos miremos como personas en el espejo del día a día, y podamos ser partícipes de nuestra salud, debemos confiar en nuestras posibilidades. De esta manera podremos caminar fuertes y saludables por este camino maravilloso y duro que son nuestras vidas….
“Salud y buen viaje”