Los derechos humanos de las mujeres y de las niñas son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales. La plena participación, en condiciones de igualdad, de las mujeres en la vida política, civil, económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la comunidad internacional reconocidos por la declaración y programa de Acción de Viena.
No obstante, y a pesar de los movimientos vindicativos liderados por los agentes sociales feministas, las mujeres seguimos ocupando un espacio de alteridad y de ciudadanas de segunda, soportando desigualdades en términos de reparto de poder, recursos y beneficios.
Por ello, nos es lícito en el ciento un aniversario del Día Internacional de la Mujer no solo conmemorar los esfuerzos que mujeres y hombres han realizado por alcanzar la igualdad, la justicia, y el desarrollo democrático si no instar a los/as agentes sociales, económicos y políticos a reforzar la apuesta por una sociedad más competiva, que invierta en talento y optimice su capital humano.
Pero la apuesta debe de ir más allá, y en ello las mujeres aún tenemos una asignatura pendiente y un papel fundamental y protagonista de empoderamiento tanto en una dimensión individual como colectiva. Individual propiciando estrategias que nos permitan configurar y tomar las riendas de nuestras propias vidas incrementado nuestro autoconocimiento y confianza al margen de roles y estereotipos prefijados, tomando conciencia de nuestras capacidades individuales y derechos como ciudadanas, así como de los factores sociales y culturales que hemos interiorizados y hacemos lícitos y que nos discriminan, invisibilizan y subordinan en una cultura patriarcal y machista. Y colectivamente mediante un código de sororidad y hermanamiento entre mujeres, estableciendo pactos de alianza que nos sirvan para aunar fuerzas y movilizarnos contra las estructuras sociales no democráticas que nos impiden y dificultan la toma de decisión y el acceso a los recursos, formando parte de la sociedad como ciudadanas de pleno derecho y en condiciones de igualdad real y efectiva.