La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en 1989 el 15 de mayo como el Día Internacional de la Familia. A través de esta celebración anual, se refleja la importancia que la comunidad internacional otorga a las familias como unidades básicas de la sociedad, donde se dan los vínculos afectivos más poderosos, así como de su relevancia como grupo social que requiere de una atención especial.
Muchas de las cuestiones críticas a las que se enfrentan los/as encargados/as de formular políticas y adoptar decisiones en el mundo, están relacionadas con la familia. Algunas de las cuestiones más comunes tienen que ver con el fortalecimiento de la capacidad de la familia para atender sus propias necesidades, el equilibrio entre el trabajo y las responsabilidades familiares, la eliminación de la violencia de género, el alivio de la pobreza, etc.
Las familias en los países desarrollados se enfrentan a diversas necesidades, entre las que además de las económicas, están las emocionales. Asistimos en nuestra sociedad a graves problemas de comunicación, de diálogo, que deja paso en demasiadas ocasiones a la violencia. Nos falta tiempo, nos falta un espacio y el lugar adecuado para hablar, escuchar, para entendernos.
Los conflictos en las separaciones matrimoniales y en los divorcios están contribuyendo a que los hijos e hijas puedan sentirse culpables y paguen los errores de sus padres y madres. Los conflictos intergeneracionales son cada vez más frecuentes, afectando no solo a los/as progenitores/as y a las personas educadoras, sino a la sociedad en general. Igualmente, un nuevo fenómeno está apareciendo de forma masiva en los últimos años, y es el deseo de los hijos e hijas adoptados/as de buscar sus orígenes.
Ante estas dificultades, en las que coexisten aspectos legales y económicos junto con aspectos emocionales y afectivos, el sistema judicial se encuentra con serias limitaciones para su resolución.
No hay que olvidar que el bienestar de la infancia y su protección deben estar siempre presentes, ya que las familias siguen siendo el elemento fundamental en el desarrollo biológico, social y psíquico de los hijos e hijas.
Es preciso, por tanto, ofrecer recursos preventivos adecuados, que impidan las consecuencias negativas que la no resolución de tales conflictos pueda tener para el desarrollo psicosocial de los niños y niñas. En este sentido es una buena noticia la inminente entrada en vigor el próximo día 7 de junio de 2012 del Registro de Mediación Familiar en Andalucía, a iniciativa de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, dentro del marco de la Ley reguladora de la mediación familiar (La Ley 1/2009, de 27 de febrero).
La mediación familiar es una forma nueva de enfrentar las crisis originadas en el seno de las familias, que pretende, contando con la voluntad de las partes en conflicto y con la intervención de un/a profesional de la mediación, paliar los efectos negativos de los pleitos, y que tiene como objetivo conseguir un acuerdo, evitando las secuelas emocionales que un proceso contencioso tiene tanto en la pareja, como en el resto de la familia, principalmente en los hijos e hijas.
Por tanto, a través de estas líneas os animo a conocer la mediación familiar como un proceso que pretende dar una buena repuesta, con el menor coste emocional posible, en esos difíciles momentos de conflictos no violentos que puedan surgir entre miembros de una familia o grupo convivencial, y a seguir trabajando en su divulgación de manera que se realice el proceso de mediación en aquellos casos que sea la mejor alternativa posible.